miércoles, 15 de abril de 2015

AUTOCONCIENCIA Y EXPRESIÓN EMOCIONAL

Posiblemente, el desarrollo de las habilidades de inteligencia emocional, sea el incrementar la conciencia de nuestros propios sentimientos.

 En la sociedad actual, a veces, intentamos que nuestros hijos sean felices, reprimiendo lo que sentimos, "por miedo a que mi hij@, este triste no se lo muestro", facilitando de esta forma la represión de toda emoción.  Los niños no son meros expectadores, están involucrados en nuestras vidas, aprendiendo a heterorregularse, si cada vez que yo estoy triste lo reprimo, lo que mi hijo aprenderá es a lo mismo, no le evitamos sus emociones, ya que estás son innatas y universales, dificultamos su reconocimiento y canalización.

Los sentimientos son un sistema de alarma, que nos informa de cómo nos encontramos, qué nos gusta y qué no funciona a nuestro alrededor, con la finalidad de crear cambios en nuestras vidas. Una buena autoconciencia implica, saber leer nuestros sentimientos y emociones, etiquetarlos y vivenciarlos. Muchas veces confundimos los pensamientos, creyendo que son emociones, cuando en realidad son interpretaciones de la realidad, en base a algo que hay detrás, llamémoslo emoción, sabemos lo que pensamos pero no sabemos lo que sentimos...
Con el dominio de la capacidad de reconocer como nos sentimos, sentamos la base, para posteriormente aprender a controlarnos, moderar nuestras reacciones y no dejarnos arrastrar por impulsos o pasiones exaltadas.
Ahora bien, ser conscientes de las emociones implica ser hábiles en múltiples facetas tintadas afectivamente, junto a la percepción de nuestros estados afectivos, se suman las emociones evocadas por objetos, como el reloj que nos regalaron en un día especial, un cuadro envuelto en un sinfín de colores... Reconocer las emociones expresadas tanto verbal como gestualmente, en el rostro y el cuerpo de las personas.





Reconocer nuestra emocionalidad es el primer punto para predecir nuestras acciones y pensamientos. En la medida en que mejor sean delimitadas nuestras evocaciones afectivas y con más facilidad sepamos descubrir, el sentido emocional de la situación más apropiadamente podremos actuar y guiar nuestra vida en el camino deseado. No obstante alcanzar un adecuado proceso de autoconciencia, a la vez que un adecuado nivel de expresión emocional no es tarea fácil y requiere un esfuerzo de enseñanza por parte de los padres - a través de autoinstrucciones o del modelado de las situaciones presentes en el hogar- y el aprendizaje y generalización de los hijos- mediante la escucha activa, entrenamiento y su puesta en práctica en otras situaciones como el colegio.

Los niños en pleno inicio de su formación emocional, apenas son conscientes del estado emocional que les inunda, por lo que son incapaces de etiquetar y expresar correctamente sus emociones, desatendiendo el origen y los motivos de sus reacciones - por ejemplo coger el juguete de su hermano sin permiso- , ignoran las consecuencias de sus acciones y mucho menos entienden el punto de vista de su hermano, ya que poseen una perspectiva individualista y en la mayoría de las ocasiones el problema de entendimiento acaba en un conflicto irreflexivo - enfrentamientos, gritos, rabietas-, tener la capacidad para reconocer el motivo de su malestar, saber que emoción ha originado y valorar posibles acciones futuras, para que esta situación conflictiva no vuelva a suceder, son cualidades enseñables a edades tempranas.

Uno de los problemas de los padres y profesores a la hora de enfrentarse a la enseñanza emocional de sus hijos y alumnos respectivamente, es dar por sentado, que el niño posee un conocimiento emocional innato de las situaciones y conflictos, creer erróneamente que el pequeño sabrá reaccionar de la mejor manera en el momento oportuno, ante la persona adecuada y en el grado correcto. Desgraciadamente el ser humano no es tan racionalmente emotivo y en la mayoría de las ocasiones y no sólo en la infancia, realizamos acciones irreflexivas que nos producen un gran malestar interior y de las que queremos desprendernos, pero de las cuales apenas somos conscientes o desconocemos su origen.



Bibliografía: Educando emociones. educación de la inteligencia emocional en la escuela y familia. Natalio extremera, Pablo fernandez